viernes, 4 de septiembre de 2015

Aquel Pasado


Hoy me refugio en las letras para no sentir esa necesidad de estar deprimido, me oculto en las palabras para no ser visto por ojos traicioneros, me uno a cada frase para intentar alejarme de las teclas que me encierran. Aveces pienso que no soy nada en el mundo, y peor que pensar en ello, es saber que es verdad. Tengo ganas de robarle las alas a algún ángel que guarde mis noches, o incluso comprárselas a un demonio a cambio de mis sonrisas, para poder volar con ellas hasta ese lugar en el que sé que las recuperaré: a tu lado. En ocasiones me siento prisionero, encadenado a unas calles que me hacen ver cómo estás lejos de mi, sin yo poder hacer nada. Tentando a la suerte de que algún día ocurriera la terrible desgracia de perderte. Creo que ya no soy yo, que mi sonrisa risueña y mis carcajadas sin sentido son sólo de pega para evitar sospechas de que mi espacio se me está quedando pequeño y necesita unirse al tuyo. De vez en cuando florece una pequeña esperanza que hace que mis cristales se vuelvan transparentes y poder así observar como tú también luchas por romperlos pero, sin embargo, la flecha que me clavó Cupido vuelve a doler cuando la morfina que me proporcionas se pasa. Y tú haces de nuevo como si no quisieras verlo, ausente, fría. Y sin embargo yo sigo enamorado de esa frialdad, que cuando se calienta y derrite el hielo que destruye mis manos, se suma a la lista de recuerdos que reservo para la hora de dormir, para mis sueños. No se si escribo para ti, para mi, o para que el mundo se entere de que estoy cansado de esto. Que quiero verte para que tus ojos me digan lo que no me dicen tus palabras. Que necesito que esta distancia no nos haga tan distantes, sino que nos enseñe a estar juntos.

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